Elina Martin | Desde la oscuridad a la luz

Esto no es solo un relato, es una apertura del corazón.

Hola alma radiante y maravillosa!!!Bienvenida a leer un pedacito de mi experiencia en este mundo llamado Tierra.
Antes de nada, gracias por estar aquí, por tener el interés de conocerme más allá de las redes, más allá de la pantalla.
Probablemente llegaste hasta mí porque algo en mis palabras o en mi energía te recordó algo… o te despertó una curiosidad, una sensación de que hay algo más por descubrir. Y al mismo tiempo, siento profundamente que si estás leyendo esto, no es casualidad. Tu alma te trajo hasta aquí, porque algo dentro de ti quiere ser reconocido, abrazado, despertado.... o activado.Así que antes de seguir leyendo, te invito a que tomes unas respiraciones profundas. Conecta con tu corazón. Y permítete recibir de mi historia exactamente lo que estás lista para recibir.Respira… y siente.Lo que vas a leer no es algo ligero. Es mi verdad cruda, escrita desde el alma, sin miedo y sin juicio. Son mis cicatrices convertidas en fuego sagrado.Puede que algo de lo que leas te despierte una emoción, un recuerdo, o un dolor que llevaba tiempo dormido… y está bien. Por eso te pido presencia y conexión.
No estás sola. Estás sostenida en todo momento.
Lo que leerás es la historia de una niña que tuvo que hacerse mujer demasiado pronto. Una mujer que, antes incluso de nacer, ya había pactado con la oscuridad un camino entre aguas profundas y densas… para, desde allí, recordar que ella misma era la luz que tanto buscaba.

Mi Historia de Transformación

Nací en una familia profundamente amorosa y unida. Viajábamos por el mundo viviendo mil aventuras. Mi familia lo era todo para mí: veía a mi papá como Superman, a mi mamá como una reina de cuento y mi hermana mi otra mitad.Crecí dentro de una religión muy profunda, con normas y reglas que debían cumplirse para "pertenecer”. Desde niña sentía que no era mi lugar, pero por miedo a perder a mi familia, aprendí a adaptarme… a fingir que encajaba.A los tres años, un “juego” con mi tio me arrebató la inocencia. A los seis, con mi primo la historia se repitió. Aprendí a callar, a obedecer, a guardar dentro de mí todo lo que dolía. Creí que mi cuerpo no tenía voz y que mi valor dependía de complacer.A partir de ahí, sobreviví. Fui la “rarita” en el colegio y en la congregación. Me reían, me señalaban, y aunque sonreía por fuera, por dentro gritaba.Aprendí a sonreír con la boca mientras mi alma pedía auxilio.

A los 12 años me bauticé, creyendo que así mi familia estaría orgullosa de mí. Creyendo que así Dios me amaría. Pero en el fondo… lo hice porque quería sentirme aceptada. Porque solo quería que alguien me dijera: “eres suficiente”.Ese mismo año envié un vídeo íntimo a un chico. Él lo difundió por todos lados. Y de repente, mi cuerpo.. ya herido, ya confundido se convirtió en objeto de burla y vergüenza pública.Mi padre lo descubrió. Vi en sus ojos el rechazo… la decepción.Tenía 12 años y ya quería morirme.
Pensé muchas veces cómo sería la vida estando muerta. Si al morir sentiría paz. Porque eso era todo lo que deseaba: descansar.
Mi mente se llenaba de pensamientos oscuros. Me cortaba, golpeaba paredes, buscaba cualquier forma de apagar el dolor.Me odiaba, odiaba mi cuerpo, odiaba existir, odiaba a la humanidad.Un compañero de clase comenzó a decirme que quería “jugar” conmigo. Y yo no sabía cómo decir que no. Mi cuerpo se resistía, pero mi alma no tenía fuerza. Sentía que no tenía opción, que eso era lo que había aprendido desde pequeña:
que mi cuerpo estaba ahí para complacer, que no tenía derecho a decir “basta”.
Y así, en silencio, volví a revivir lo que ya había vivido antes. Durante años arrastré esa sombra, creyendo que había nacido para eso: para ser usada, para ser tocada, para ser herida.Cada experiencia me rompía un poco más. Cada día me hundía más en mi propio infierno.

A los 15, nos mudamos con mi familia a finlandia. Creí que sería un nuevo comienzo, pero el frío del norte solo reflejaba el frío que ya vivía dentro de mí. Trabajaba, estudiaba, fingía. Me escapaba de noche a fiestas, me emborrachaba, y al día siguiente predicaba la “verdad” de puerta en puerta con una Biblia en la mano.Mi alma ya gritaba por dentro.
Veía a “hermanos” que hablaban de amor mientras mentían, juzgaban, traicionaban. Veía el doble filo de una religión que decía predicar el amor.
Y me preguntaba:
“Si Dios es amor, ¿por qué siento tanto dolor? ¿Por qué me siento tan vacía?”
A los 18 años me fui de casa buscando una vida nueva en España, dejando atrás a mi familia, mi pasado, todo lo que conocía. Pensé que empezar de cero sería libertad… pero lo único que encontré fue más oscuridad.Empecé a consumir más alcohol, más drogas. Intentaba apagar el vacío, llenar con ruido lo que mi alma pedía en silencio: verdad.Vivía una doble vida. La “niña buena”, el “ángel” que todos esperaban… y el “demonio” que gritaba por salir, que ya no quería fingir más.Hasta que no pude más. Las mentiras me pesaban más que cualquier culpa. Tomé la decisión que lo cambió todo: confesé y dejé la religión.Sabía que eso significaba perderlo todo.Y los perdí.De un día para otro, se rompió todo vínculo.
Mi casa dejó de ser casa.
Mis padres, mi hermana, mi familia, mis amigos… desaparecieron.
Ese vacío me rompió en mil pedazos.
Me hundí en una oscuridad sin fondo.

Aborté dos veces, y con ello, parte de mí murió. Lloré, grité, pedí pastillas para no sentir. Los antidepresivos me apagaron el alma, me convirtieron en un cuerpo que respiraba pero no vivía. Mi sexualidad murió. Mi brillo se apagó. Hasta que un día decidí levantarme.Comencé a estudiar, a hacer yoga, a meditar. A comer limpio, ayunos intermitentes. Dejé las pastillas. Empecé a buscar mi luz. Pero aún no entendía el valor de mi energía. Seguía buscando fuera lo que no encontraba dentro.Me refugié en la ilusion del dinero fácil: trabajé en OnlyFans y luego en la industria del porno. Me vendí pensando que tenía el control, pero en realidad me estaba regalando a cambio de vacío. Me despersonalicé. Dejé que me usaran, que me humillaran, porque sentía que eso era lo único que podía ofrecer.Volví a las drogas, a las adicciones, a la oscuridad. Trabajé como trabajadora sexual, dejando que mi cuerpo fuera una herramienta para el placer ajeno. Vendía mi energía creyendo que era libertad, cuando en realidad era una nueva forma de cárcel. Ganaba dinero, sí, pero perdía alma.

Hasta que un día, mirando mi reflejo, ya no me reconocí. “¿En qué me he convertido?”, me preguntaba. Me juzgaba, me rechazaba, me dolía verme. Y ahí, sin darme cuenta, mi alma se quebró.Mi cuerpo comenzó a enfermar.
De todas las formas posibles.
Infecciones constantes, eczemas en la piel, aftas, herpes, dolores crónicos, acné. Y una lista interminable de síntomas que cambiaban de lugar, pero todos decían lo mismo: “no puedo más”.Era como si mi cuerpo hablara el idioma que mi alma ya no podía sostener. Cada brote, cada dolor, era una parte de mí gritando por ayuda.Triste, vacía y enojada conmigo misma, grité desde lo más profundo de mi alma:
“¡Dios, universo, luz… sea quien seas, ayúdame! No me aguanto más, no me reconozco, no sé quién soy. Solo te doy dos opciones: o me enseñas a sanar… o me quito del medio. Y más te vale ser rápido.”
El universo me escuchó. Días después, llegó a mí algo llamado Reiki. No entendía por qué, pero algo dentro de mí dijo “sí”. Y ahí empezó todo.Por primera vez en mi vida, sentí paz y felicidad. Sentí la presencia de algo más grande que yo, algo que no juzgaba, no castigaba, solo amaba y perdonaba.El Reiki me devolvió el alma al cuerpo. Me enseñó a ver mi energía como sagrada, a perdonar, a sanar, a amarme. A recordar que no soy lo que me hicieron, ni lo que hice para sobrevivir. Soy la mujer que renació de sus propias cenizas. La ave fenix, la serpiente transmutando su piel.

Invertí cada céntimo que tenía en sanaciones, retiros y formaciones. Durante dos años trabajé en mí cada día. Hice ayunos de hasta diez días, guardé silencio, me rendí a la presencia, a la entrega, a mí misma.Abracé mis sombras y mi luz, amé mi cuerpo, me perdoné, me reconocí divina.
Me reconcilié con mi familia. Por primera vez me abrí, los vi, los amé. Me perdoné y los perdoné.
Cuando vi que este camino me había sanado como nada antes lo había hecho, tomé la decisión de dedicar mi vida al servicio divino. Desde entonces, mi vida se volvió eso: servicio. Sané para poder ayudar a otros a sanar. Prometí estar al servicio de la divinidad, de las almas que, como yo, están recordando quiénes son. Acompaño a las personas a volver a su poder, a su energía, a su soberanía. A transformar su dolor en fuerza, su historia en medicina. A recordar que la oscuridad no es enemiga, que es simplemente luz sin consciencia.Ya no soy víctima de mi pasado. Soy la alquimista que lo transformó en fuego sagrado. Mi cuerpo ya no es un campo de batalla, es mi templo. Mi voz ya no se esconde, es mi canal. Mi historia ya no me pesa, me impulsa.He acompañado a más de 300 almas a recordar su luz, y cada una de ellas me ha recordado también la mía. Mi propósito en esta Tierra es recordarte que toda oscuridad puede ser transformada en luz. Solo necesitas decidirlo… y permitírtelo.Mi camino de sanación no fue fácil. Fue profundo, fue intenso, fue real. Hay cosas que duelen, cosas que cuesta aceptar, pero la verdadera libertad llega cuando te reconoces, te aceptas y te amas.Cuando te permites ser, en transparencia y autenticidad, recuperas tu soberanía. Y si estás aquí, leyendo esto, es porque algo dentro de ti ya está listo.Listo para recordar que sin importar cuán larga haya sido la noche, el amanecer siempre llega.

¿Que servicios ofrezco?

Ofrezco diferentes formas de acompañarte en tu camino de sanación y reconexión, tanto online como presencialmente en Benalmádena, España.Cada experiencia es única y canalizada, creada para guiarte hacia lo que tu alma necesita en este momento.Puedes elegir entre el Método Gaira, una experiencia profunda de liberación y expansión; la Limpieza Energética, ideal para renovar tu aura y recuperar claridad; o el Masaje Consciente, una fusión de cuerpo y energía que devuelve calma y vitalidad.

Sesión presencial 1:1

La presencia física crea un campo energético poderoso. La energía se siente más viva y real. Te acompaño de cerca, sosteniendo tu liberación y expansión desde el corazón.

Sesión online 1:1 via zoom

La energía trasciende el espacio y el tiempo. Desde donde estés, podrás sentir la conexión, la guía y el sostén que te acompañan durante todo el viaje de sanación y liberacion desde el corazón.

Unete a las sesiones grupales

Cuando las almas se reúnen con una misma intención, la energía se multiplica.Cada sesión grupal es un espacio de conexión auténtica, sostén y expansión, donde las experiencias de cada persona reflejan, inspiran y acompañan a las demás.Juntos recordamos que no estamos solos en el camino y que la energía colectiva tiene el poder de sanar, elevar y unir.

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Si has llegado hasta aquí, no es por casualidad.
Somos seres infinitos, pero en el camino nos hemos olvidado de nuestra libertad, de nuestra verdad y de nuestra esencia.Estás aquí porque tu alma ya está lista para reclamar lo que siempre fue tuyo: tu energía, tu poder, tu libertad y tu verdad.Yo soy un puente un canal. Una llama encendida para recordarte el camino.

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