
Elina Martin | Desde la oscuridad a la luz


Mi Historia de Transformación
Nací en una familia profundamente amorosa y unida. Viajábamos por el mundo viviendo mil aventuras. Mi familia lo era todo para mí: veía a mi papá como Superman, a mi mamá como una reina de cuento y mi hermana mi otra mitad.Crecí dentro de una religión muy profunda, con normas y reglas que debían cumplirse para "pertenecer”. Desde niña sentía que no era mi lugar, pero por miedo a perder a mi familia, aprendí a adaptarme… a fingir que encajaba.A los tres años, un “juego” con mi tio me arrebató la inocencia. A los seis, con mi primo la historia se repitió. Aprendí a callar, a obedecer, a guardar dentro de mí todo lo que dolía. Creí que mi cuerpo no tenía voz y que mi valor dependía de complacer.A partir de ahí, sobreviví. Fui la “rarita” en el colegio y en la congregación. Me reían, me señalaban, y aunque sonreía por fuera, por dentro gritaba.Aprendí a sonreír con la boca mientras mi alma pedía auxilio.
A los 12 años me bauticé, creyendo que así mi familia estaría orgullosa de mí. Creyendo que así Dios me amaría. Pero en el fondo… lo hice porque quería sentirme aceptada. Porque solo quería que alguien me dijera: “eres suficiente”.Ese mismo año envié un vídeo íntimo a un chico. Él lo difundió por todos lados. Y de repente, mi cuerpo.. ya herido, ya confundido se convirtió en objeto de burla y vergüenza pública.Mi padre lo descubrió. Vi en sus ojos el rechazo… la decepción.Tenía 12 años y ya quería morirme.
Pensé muchas veces cómo sería la vida estando muerta. Si al morir sentiría paz. Porque eso era todo lo que deseaba: descansar.Mi mente se llenaba de pensamientos oscuros. Me cortaba, golpeaba paredes, buscaba cualquier forma de apagar el dolor.Me odiaba, odiaba mi cuerpo, odiaba existir, odiaba a la humanidad.Un compañero de clase comenzó a decirme que quería “jugar” conmigo. Y yo no sabía cómo decir que no. Mi cuerpo se resistía, pero mi alma no tenía fuerza. Sentía que no tenía opción, que eso era lo que había aprendido desde pequeña:
que mi cuerpo estaba ahí para complacer, que no tenía derecho a decir “basta”.Y así, en silencio, volví a revivir lo que ya había vivido antes. Durante años arrastré esa sombra, creyendo que había nacido para eso: para ser usada, para ser tocada, para ser herida.Cada experiencia me rompía un poco más. Cada día me hundía más en mi propio infierno.


A los 15, nos mudamos con mi familia a finlandia. Creí que sería un nuevo comienzo, pero el frío del norte solo reflejaba el frío que ya vivía dentro de mí. Trabajaba, estudiaba, fingía. Me escapaba de noche a fiestas, me emborrachaba, y al día siguiente predicaba la “verdad” de puerta en puerta con una Biblia en la mano.Mi alma ya gritaba por dentro.
Veía a “hermanos” que hablaban de amor mientras mentían, juzgaban, traicionaban. Veía el doble filo de una religión que decía predicar el amor.Y me preguntaba:
“Si Dios es amor, ¿por qué siento tanto dolor? ¿Por qué me siento tan vacía?”A los 18 años me fui de casa buscando una vida nueva en España, dejando atrás a mi familia, mi pasado, todo lo que conocía. Pensé que empezar de cero sería libertad… pero lo único que encontré fue más oscuridad.Empecé a consumir más alcohol, más drogas. Intentaba apagar el vacío, llenar con ruido lo que mi alma pedía en silencio: verdad.Vivía una doble vida. La “niña buena”, el “ángel” que todos esperaban… y el “demonio” que gritaba por salir, que ya no quería fingir más.Hasta que no pude más. Las mentiras me pesaban más que cualquier culpa. Tomé la decisión que lo cambió todo: confesé y dejé la religión.Sabía que eso significaba perderlo todo.Y los perdí.De un día para otro, se rompió todo vínculo.
Mi casa dejó de ser casa.
Mis padres, mi hermana, mi familia, mis amigos… desaparecieron.Ese vacío me rompió en mil pedazos.
Me hundí en una oscuridad sin fondo.
Aborté dos veces, y con ello, parte de mí murió. Lloré, grité, pedí pastillas para no sentir. Los antidepresivos me apagaron el alma, me convirtieron en un cuerpo que respiraba pero no vivía. Mi sexualidad murió. Mi brillo se apagó. Hasta que un día decidí levantarme.Comencé a estudiar, a hacer yoga, a meditar. A comer limpio, ayunos intermitentes. Dejé las pastillas. Empecé a buscar mi luz. Pero aún no entendía el valor de mi energía. Seguía buscando fuera lo que no encontraba dentro.Me refugié en la ilusion del dinero fácil: trabajé en OnlyFans y luego en la industria del porno. Me vendí pensando que tenía el control, pero en realidad me estaba regalando a cambio de vacío. Me despersonalicé. Dejé que me usaran, que me humillaran, porque sentía que eso era lo único que podía ofrecer.Volví a las drogas, a las adicciones, a la oscuridad. Trabajé como trabajadora sexual, dejando que mi cuerpo fuera una herramienta para el placer ajeno. Vendía mi energía creyendo que era libertad, cuando en realidad era una nueva forma de cárcel. Ganaba dinero, sí, pero perdía alma.


Invertí cada céntimo que tenía en sanaciones, retiros y formaciones. Durante dos años trabajé en mí cada día. Hice ayunos de hasta diez días, guardé silencio, me rendí a la presencia, a la entrega, a mí misma.Abracé mis sombras y mi luz, amé mi cuerpo, me perdoné, me reconocí divina.
Me reconcilié con mi familia. Por primera vez me abrí, los vi, los amé. Me perdoné y los perdoné.Cuando vi que este camino me había sanado como nada antes lo había hecho, tomé la decisión de dedicar mi vida al servicio divino. Desde entonces, mi vida se volvió eso: servicio. Sané para poder ayudar a otros a sanar. Prometí estar al servicio de la divinidad, de las almas que, como yo, están recordando quiénes son. Acompaño a las personas a volver a su poder, a su energía, a su soberanía. A transformar su dolor en fuerza, su historia en medicina. A recordar que la oscuridad no es enemiga, que es simplemente luz sin consciencia.Ya no soy víctima de mi pasado. Soy la alquimista que lo transformó en fuego sagrado. Mi cuerpo ya no es un campo de batalla, es mi templo. Mi voz ya no se esconde, es mi canal. Mi historia ya no me pesa, me impulsa.He acompañado a más de 300 almas a recordar su luz, y cada una de ellas me ha recordado también la mía. Mi propósito en esta Tierra es recordarte que toda oscuridad puede ser transformada en luz. Solo necesitas decidirlo… y permitírtelo.Mi camino de sanación no fue fácil. Fue profundo, fue intenso, fue real. Hay cosas que duelen, cosas que cuesta aceptar, pero la verdadera libertad llega cuando te reconoces, te aceptas y te amas.Cuando te permites ser, en transparencia y autenticidad, recuperas tu soberanía. Y si estás aquí, leyendo esto, es porque algo dentro de ti ya está listo.Listo para recordar que sin importar cuán larga haya sido la noche, el amanecer siempre llega.


Ofrezco diferentes formas de acompañarte en tu camino de sanación y reconexión, tanto online como presencialmente en Benalmádena, España.Cada experiencia es única y canalizada, creada para guiarte hacia lo que tu alma necesita en este momento.Puedes elegir entre el Método Gaira, una experiencia profunda de liberación y expansión; la Limpieza Energética, ideal para renovar tu aura y recuperar claridad; o el Masaje Consciente, una fusión de cuerpo y energía que devuelve calma y vitalidad.
La presencia física crea un campo energético poderoso. La energía se siente más viva y real. Te acompaño de cerca, sosteniendo tu liberación y expansión desde el corazón.
La energía trasciende el espacio y el tiempo. Desde donde estés, podrás sentir la conexión, la guía y el sostén que te acompañan durante todo el viaje de sanación y liberacion desde el corazón.
Cuando las almas se reúnen con una misma intención, la energía se multiplica.Cada sesión grupal es un espacio de conexión auténtica, sostén y expansión, donde las experiencias de cada persona reflejan, inspiran y acompañan a las demás.Juntos recordamos que no estamos solos en el camino y que la energía colectiva tiene el poder de sanar, elevar y unir.
¿Lista/o para tu transformación?
Si has llegado hasta aquí, no es por casualidad.Somos seres infinitos, pero en el camino nos hemos olvidado de nuestra libertad, de nuestra verdad y de nuestra esencia.Estás aquí porque tu alma ya está lista para reclamar lo que siempre fue tuyo: tu energía, tu poder, tu libertad y tu verdad.Yo soy un puente un canal. Una llama encendida para recordarte el camino.
